Lo que provocó el interés de hacer esta foto fue la repetición de las anclas, que llenaban toda la imagen, y había suficientes como para que con el desenfoque se perdiesen en el fondo. La luz de la puesta de sol resaltó las texturas del óxido y conchas pegadas, y además bañó la imagen en unos tonos cálidos muy bonitos. Una imagen que me encontré hace años inesperadamente en La Azohía (Cartagena), en una playa paradisiaca de la cual ya no quedan ni anclas, ni playa, ni paraíso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario